@RBSBT_birdrace
#rbsbt 2018 |
Este año íbamos a hacer el Global Big Day, aunque los resultados sirviesen también para la tradicional maratón SEO. Los objetivos eran sensiblemente diferentes sin embargo. Serán objeto de otro post en este blog, pero condicionaban metodología, estrategia y por supuesto los objetivos a conseguir. Había que apuntarlo todo. Y no solo las especies nuevas. Armados de la mejor óptica, de baterias cargadas, road-book y boli, nos reunimos como siempre la tarde antes y después de las fotos oficiales, nos acercamos a la zona donde comenzaríamos las 24 horas non stop de pajareo.
Gorka Gorospe de scouting. 4.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
La prospección vespertina (impresionante puesta de sol) y el concierto de especies de poco después auguraban un buen comienzo para el día 5.5.2018. Especies cantando, algunas nocturnas como el chotacabras pardo ya activas… en definitiva, un buen presagio con el que nos fuimos a cenar esperando que se acercasen las 00h del día D. Este año 2018, aprovechando el cierto ‘relax’ del Global Big Day, habíamos cambiado de planes, tanto nocturnos como diurnos. Pretendíamos visitar algunas zonas no prospectadas desde 2017, también a la vista de las nevadas tardías de finales de abril, que días antes acumulaban algún metro de nieve donde queríamos ir de madrugada. También había ciertos nervios para ver como compaginábamos el interés en ver el máximo número de especies con nuestro compromiso prioritario de participar activamente en el Global Big Day. Por suerte abundaron cargadores de móviles y la app de eBird funcionó adecuadamente, al igual que el sistema de anotar que usamos habitualmente para las maratones y eventos similares.
Posta de sol 4.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Ultrabocatas
La verdad es que no creo recordar haber visto un bocadillo más grande en la vida. Al menos a un precio razonable. La cena, la ‘ensaladita’ , también lo era e incluía medio pollo aderezado con ingentes cantidades de verdura. Asustados estábamos de la torrada que habíamos pedido con la salchicha XXL y que recordaba cierta foto que circulaba por whatsapp. Habiendo dado cuenta de todo ello, o casi, volvimos ‘al campo, como siempre justo de tiempo. Pero bien alimentados. Volvimos al mismo escenario anterior del anochecer esperando registrar las mismas especies. Pero del concierto de aves previo, solo quedaban dos mochuelos. Y aún gracias. Un viento frio de marinada, más intenso de lo que esperábamos, había enmudecido a las aves. Estupor, consultas a webs de meteorología por el móvil. Parece que encalmaría más tarde. Esperábamos sumar al menos cuatro de los objetivos nocturnos. Y añadimos el mochuelo y gracias. Bueno, el típico ruiseñor que inaugura la mayoría de estos eventos. Empezaban los cambios de planes a la búsqueda de las especies perdidas. ¡Pero si son poco más de las doce! Nos preguntábamos alguno. Un mal presagio rondaba por el ambiente, temiéndonos otro año frío como el anterior. Al coche y cambio de dirección.
Dónde está el búho? |
Luscinia sí, ¿pero qué más? |
Cambio de comarca
Después de unos kilómetros amenizados con la música de Gorka, llegamos al sitio donde otros años habíamos oído el búho chico. Allí estaba. Un pollo reclamando en unos árboles al lado de la calle. No hizo falta ni bajar del coche. Ya que estábamos allí, miraríamos otra zona donde años atrás habíamos detectado el chorlitejo chico. No estaba. Pero sí un autillo y una providencial lechuza. Que suerte! Nos acababa de ahorrar una hora de recorrido que se convertiría en descanso (o intento) al llegar al Pirineo, porque allí nos dirigíamos.
Al Norte
A una hora algo más ‘temprano’ de lo habitual, paramos en nuestro sitio del cárabo y, además de él, anotamos totovía cantando. El viento ha encalmado y las condiciones son mucho mejores. El único temor es ahora la nieve (o algún mamífero cruzándose por la carretera, a la postre un zorro y varios corzos). Esperábamos nieve acumulada. Y mucha. Una webcam que usamos de referencia nos vaticinaba lo peor. Por eso, siguiendo nuestra tradición, ya habíamos decidido el viernes cambiar de estrategia. Al final de tanto cambio un dia nos despistaremos nosotros también.
Todo iba bien hasta que, a medio camino, encontramos máquinas de gestión forestales y medio bosque talado, con ramas por el camino y muchos tocones. Ostras. Nos tememos lo peor. Pero esto lo veríamos ya de día porque era hora de parar a descansar. Algo de frío, no tanto como en años anteriores. Pero horror. Allí no canta nadie. Cierto que algunas especies van retrasadas. Pero también cierto que parte de su hábitat ya no está y se ha transformado en muebles, leña, pellets o cualquier otro derivado. No sabemos cómo habrá afectado a las aves diurnas. En un par de horas lo empezaremos a saber.
Montaña
El Parc Natural de l’Alt Pirineu es una maravilla. Hay además de una inmensa variedad de aves, una no menos abundante colección de mamíferos que incluyen el oso pardo y de los cuales vimos liebres y corzos este año. No eran, sin embargo, nuestro objetivo. Algunos bosques incluyen poblaciones de lechuza de Tengmalm (o mochuelo boreal como se le llama ahora) y urogallo entre otras especies. La primera no cantó. El segundo tampoco y sus zonas de distribución actuales estaban bien cubiertas de nieve montaña arriba. No íbamos a ir a verlo. Un paseo matutino, mientras se desperezaban las aves –y nosotros- sí que produjo rápidamente el mirlo capiblanco, pico picapinos, algún agateador norteño (buena especie!), reyezuelos o la diversidad habitual de paseriformes. Y una chocha perdiz que nos sobrevoló con su característico reclamo. Pero no salían ni verderones serranos ni piquituertos. Volvíamos preocupados al coche después de una buena caminata y... ¿dónde estaban los verderones? Al lado del coche. ¿Y los piquituertos? También. ¡Con la paliza que nos hemos metido! Pronto sonaría de lejos un picamaderos negro. Su nido de 2017 no estaba: había sido talado por las máquinas que veíamos en el bosque. Pusimos en conocimiento de la Generalitat de Catalunya este hecho por si era constitutivo de alguna sanción.
Loxia curvirostra. 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Carduelis citrinella 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Montaña abajo, una zona maravillosa de claros y prados. Curruca capirotada cantando a todo pulmón y un sonido impropio del hábitat. ¡Buscarla pintoja! dice Sergi. Vamos todos y allí anda, al lado de un riachuelo. Algo más tarde detectaríamos otra diferente, también cantando, en un hábitat similar. Camachuelo, picogordo, escribano cerillo. Jauja para el ornitólogo litoral! Todo especies montanas interesantísimas, entre ellas el primer alcaudón dorsirrojo de la temporada. A causa del deshielo los ríos de montaña andaban crecidos. Sin embargo, el mirlo acuático no falla y aparece en dos lugares diferentes, mostrándose bien, la segunda vez junto a la lavandera cascadeña. Al atravesar algún pueblo sumamos alguna especie antropófila como el gorrión común o la paloma ‘doméstica’. La tórtola turca no aparecería hasta el prepirineo. Pese a haber ido más lejos, pese a la tala y a la nieve que al parecer lo había retardado todo, la parte alpina del recorrido no se nos había dado del todo mal.
Sylvia atricapilla 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Otra pintoja! |
Vosotros qué miráis? Capreolus capreolus 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Cinclus cinclus, Pallars Sobirà, Lleida, 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
La solana
Parece que hagamos propaganda, pero es verdad. Los 70x de los telescopios Swarovski son vitales para esta parte del recorrido. Desde menor altura observamos alondra y bisbita alpino en las cumbres cercanas. Un macho de Halcón peregrino esperando su presa o un recién llegado roquero rojo ya en su territorio de altitud. Gorka discernía entre un grupo de chovas que había de ambas especies. Y un quebrantahuesos lejano portaba marcas alares que olvidamos anotar (!). No salió el torcecuellos, sin embargo. Deberíamos de buscarlo en ambientes más cálidos durante la tarde. Tampoco al parecer había llegado el escribano hortelano a su habitual sitio de cría. Por suerte sí cantó la curruca mirlona y apareció alguna rapaz en los sitios habituales. No falló el alimoche. Podíamos empezar a bajar hacia la plana de Lleida. Mientras tanto, un golpe de suerte. En unas peñas en el norte de su área de distribución, un subadulto de águila perdicera. El único del día y cita que ha sido valorada con interés por los equipos de seguimiento de la especie en la Generalitat.
Neophron percnopterus 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Aquila chrysaetos. Plana de Lleida. 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Cambio de temperatura
Este año parece que había menos amapolas. Muchos años las fotografiamos para ilustrar esta crónica y este no. Sin embargo rapaces no faltaban y hemos de frenar bruscamente porque un par de águilas reales nos sobrevuelan. Ricard saca la cámara por la ventana y puede obtener una espectacular foto del todo imprevista. A los frecuentes buitres se añade algún busardo ratonero y, en su sitio, el aguilucho cenizo. Limícolas pocos. Solo un grupo migratorio de Tringa nebularia y luego unas avefrías presumiblemente nidificantes. Esta escasez se notaría en el balance final de la jornada. Y es que se echan a faltar los tiempos pasados mejores de l’estany d’Ivars d’Urgell y del (este año seco) Clot de la Unilla. Con todo, el periplo por los humedales de Lleida cumple con lo previsto y especies del todo interesantes como el carricerín real, bigotudo o la raza whiterby del escribano palustre aparecen sin excesivos problemas.
Menuda foto de águila real hay ahí arriba! :-D |
Las estrellas de la plana de Lleida, sin embargo, son las aves esteparias. Y las prisas que hay por continuar el itinerario hacia el delta de l’Ebre. A diferencia de la noche anterior, esta vez sí colaboran y registramos la mayoría de aláudidos, el sisón, la ganga y otro aguilucho cenizo hembra que miramos bien por si las moscas. De cinco territorios de collalba negra, la encontramos en el último, ya casi a la desesperada. Pero el búho real continua impasible en su risco, como buscando la sombra. Los barbechos, els guarets, se revelan como hábitats imprescindibles gracias a los cuales se mantienen y sobreviven alcaudones reales, sisones, gangas o calandrias. Que importante es su mantenimiento. Y su respeto también. Sin casi tiempo de ver nada más que de hacer alguna foto rápida desde el coche bajamos al delta de l’Ebre.
Torcecuellos (sensu stricto) dónde estás? |
Oenanthe hispanica 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Pterocles alchata 5.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
Ningún vencejo
La tarde está apacible en el delta. Demasiado. No se mueve una brizna de aire. El mar como un plato. Y los mosquitos devorando todo lo del plato. Extrañamente ni un vencejo en el cielo. Ni común ni pálido ni vencejo. Con todo hay que sudar la gota gorda para encontrar el único vuelvepiedras del día, aunque algunos correlimos han sido fáciles. Los campos, recién sembrados, parecen un adelanto de la verbena de Sant Joan con petardos de carburo para espantar las aves y que no se posen, hundiendo las semillas de arroz más allá de su horizonte de germinación. Consecuencia: un poco de alteración y pocas aves en los arrozales. Donde ayer había limícolas, hoy un tractor. Donde había nueve especies de correlimos y chorlitejos, hoy un petardeo.
Las buscarlas unicolor están ajenas a todo esto y continúan con su matraqueo, recordándonos la cita de su ‘prima cantaora’ pintoja (no confundir con cierta tonadillera) por la mañana. Pero tampoco es que haya mucho pato aparte de los ánades reales y los patos colorados. Parada obligatoria en el mar tras ver una solitaria avoceta comiendo como diciendo que ‘no’ con el cuello. Sigue plano. Pero aparece un págalo pomarino y dos parásitos atacando charranes y gaviotas. Bien. Un fumarel común también anda por ahí fuera y una terrera marismeña completa la lista de aláudidos. La búsqueda de nuevos limícolas falla. Sigue la verbena anticipada. La torre salvadora habitual está vacía. No hay ningún equipo. No hay nadie. Qué raro. Pero… ¿nadie? No. Hordas de mosquitos nos esperan, ávidos de una cena en horario europeo. Sacando el máximo partido de los 70x y la luminosidad de los Swarovski conseguimos observar, a gran distancia, algunos limícolas y, más cerca, cinco patos cuchara. Pero para nada la zona presentaba la diversidad de especies de otros años. Ya nos lo habían avisado. Y la canastera que no sale. In extremis volvemos a un lugar donde las observa Ricard en su big year local de la zona. Y por suerte, ya casi a oscuras del todo, una reclama cerca. Y un andarríos bastardo. Más tarde se unirían aún un par de especies más en la cercanía. Y un par más en el otro extremo de una laguna litoral deltaica.
Epílogo
Noche cerrada. Podríamos haber obtenido una especie más a decenas de kilómetros, pero pensando que el objetivo del Global Big Day se ha conseguido, nos retiramos. Un autillo repetidor va a ser la última especie del día. No solo habíamos intentado competir como en la maratón sino que habíamos hecho decenas de listas de eBird y anotado todas las especies en esa plataforma. Ciencia ciudadana combinada con observación. Difusión de valores naturales con divertimento. Buena combinación. Habrá que repetir.
Bubo bubo 4.5.2018 © Ricard Gutiérrez |
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