Crónica del VII Gran Reto, València 2016
No iba a ser
fácil. Pero se consiguió. Nuestro equipo Rarebirdspain
Swarovski Optik ganó la VII edición de la ‘Copa’ estatal de ornitología, la
maratón ornitológica de ganadores de maratones. Y tras igualar el récord
europeo terrestre del maratón de primavera, ganándolo con 212 especies, se obtenía
el doblete en estas celebraciones ornitológicas, la primera vez que lo
conseguíamos. ¿Cómo fue posible? ¿Qué vimos en el Gran Reto? En este y el
siguiente post de este blog explicamos nuestras aventuras por tierras
valencianas en búsqueda de un triunfo que esta vez no se resistió.
Una parte de recorrido de #rbsbt por Valencia durante el #GranReto2016 |
El Gran Reto 2016
Entre el 4 y el 6 de noviembre de 2016, con la maratón
celebrada propiamente el sábado día 5 de noviembre, se celebró el Gran Reto
2016 en la provincia de Valencia, con base en la comarca de la Foia de Buñol,
en la localidad de Alborache (Alboraig en valencià). Con la colaboración de
Actio Birding, entidades
locales y provinciales y otros patrocinadores, la ONG SEO/BirdLife reunió a 12
equipos y cerca de 50 participantes, procedentes de Madrid, La Rioja,
Cantabria, Andalucía, Castilla y León y Catalunya en esta edición de la maratón
ornitológica bianual ‘El Gran Reto’ cuyo ‘tablero de juego’ iba a ser toda la
provincia de Valencia.
Esta edición de 2016 era la séptima del Gran Reto. Anteriormente se habían celebrado en Navarra
(2007), Extremadura (2008), Catalunya (2009), Euskadi (2010), Cantabria (2012)
y Galicia (2014). De estas ediciones, el equipo #rbsbt, con diferentes ‘alineaciones’,
había participado en la edición de Navarra 2007 (consiguiendo un meritorio 2º
lugar), Catalunya 2009 (también
2º lugar), Cantabria 2012 (3ª posición) y Galicia 2014 (2ª posición, a una especie del ganador).
Después del triunfo, y récord personal, en el maratón de primavera,
pero también después de quedar segundos por una especie en el I Mallorca Birding Race de hacía un par de semanas, y de todos estos resultados
previos del Gran Reto queríamos demostrar de qué éramos capaces y nos pusimos
las pilas para hacer un papel razonable en esta competición celebrada en
terreno neutral. Bueno, neutral no para todos: siempre hay un equipo o más
locales que conoce el territorio y ello unido a la participación de equipos muy
potentes como los amigos de Amb la Xurra
Guanyem (ganadores del maratón de primavera de 2015) o los legendarios, Tramuntanos , ahora dedicados a la
modalidad ECO pero aún y así temibles, hizo que la concentración fuese máxima.
Y funcionó.
Actio Birding
Cuándo te dicen que has de ver el máximo número de aves en
Valencia la primera zona que te viene a la cabeza es l’Albufera. Y la web de
birding de referencia Birding Albufera. Para los que conocen un poco más la zona les sonará el Marjal dels Moros (o
del Moro según quien lo pronuncie) y si ya eres experto igual conoces el Marjal
de Pego-Oliva, en el límite sur de Valencia. Del interior, la autovía que va a
Madrid, que pasa por Buñol y por Requena atravesando sierras mediterráneas.
¿Pero, y hay zonas esteparias en Valencia? Y lo más importante… ¿Hay especies
estepárias? O aún más… ¿Qué especies hay? Y no en primavera, cuando más o menos
esperas las nidificantes, sino en otoño avanzado, en Noviembre, con pocas horas
de luz para verlas. Ciertamente el planning para este Gran Reto era, como su
nombre indica, un reto. Y de los gordos. Suerte de las redes sociales y de los
amigos que con los años has ido haciendo, más veteranos o más nuevos. Las
informaciones que pudimos recoger, gracias a tod@s vosotr@s, que ya sabéis
quienes sois, nos permitieron conocer zonas, y descartar muchas también.
Por circunstancias logísticas del equipo se pudieron
efectuar un par de jornadas de scouting
que sobre todo sirvieron para ver, a nuestro parecer, como la distribución de
las aves distaba de ser homogénea y parecía mediatizada por factores como la
presión cinegética. Habría que afinar mucho en la elección del itinerario. El
albergue de Actio Birding está cerca de Buñol, la localidad conocida sobre todo
por la fiesta de la tomatina. El entorno mediterráneo de la zona parecía algo
alejado de los centros de interés ornitológico que habíamos detectado: el
interior con la zona del valle del Cabriel, el racó d’Ademús para algunas
especies esteparias como la Alondra de Dupont, las estepas del límite con
Albacete para aláudidos y especies mayores y luego las sierras mediterráneas
interiores así como los humedales costeros. Más tarde veríamos que el entorno
del albergue, y la comarca de Buñol, nos proporcionarían todas las especies de
rapaces nocturnas que vimos y diferentes especies de interés. Y es que
ciertamente lo que tuvimos fue un gran reto, el reto de trazar una estrategia
adecuada que finalmente salió bien.
Eran las 9 de la noche, cena, briefing, saludar a los equipos (algunos solo nos vemos cada dos
años!) y recoger el picnic.
A las 00h empezaba el Gran Reto. Ya contaba todo. Pero no se
veía ni oía nada. No íbamos a salir corriendo como otras veces. Desde la
ventana de la habitación se oían otros equipos como pululaban por el jardín imitando
al cárabo. Nosotros imitamos al autillo, seguido de una advertencia de que
éramos nosotros y que no valía apuntarlo, jeje. Risas con los vecinos. Los
autillos, en África o callados se supone. Había que descansar un poco. A las
04h sonaría el despertador, entonces sí, para dirigirnos a la zona que habíamos
elegido para empezar. Para animarnos, un zorzal común (Turdus philomelos) pasó migrando por encima del albergue emitiendo
su reclamo de vuelo a las 00:07 horas. Primera especie. A dormir.
Las cuatro y no sereno
Llovía. Bastante. Fresco. Pero había que salir. Un té verde
y unas magdalenas felizmente preparadas por el Albergue y salimos rumbo sur,
hacia la zona de Ayora, cerca de Albacete.
Decidimos cruzar las montañas mediterráneas de la zona de Cofrentes, en una carretera más lenta, pero con zonas de bosque donde esperábamos oír alguna nocturna. Pues no. Ninguna. Solo algún otro tord, que ya teníamos. Y lluvia. Llegamos una hora antes del amanecer a las estepas de Ayora y cercanía. Con la excepción de un petirrojo (Erithacus rubecula) tampoco es que hubiese animación. Esperábamos oír tal vez el alcaraván o incluso el sisón, pero nada. Sin embargo la elección de la zona fue buena.
Decidimos cruzar las montañas mediterráneas de la zona de Cofrentes, en una carretera más lenta, pero con zonas de bosque donde esperábamos oír alguna nocturna. Pues no. Ninguna. Solo algún otro tord, que ya teníamos. Y lluvia. Llegamos una hora antes del amanecer a las estepas de Ayora y cercanía. Con la excepción de un petirrojo (Erithacus rubecula) tampoco es que hubiese animación. Esperábamos oír tal vez el alcaraván o incluso el sisón, pero nada. Sin embargo la elección de la zona fue buena.
En el scouting del dia anterior
Gorka había descubierto un grupo de 22 avutardas Otis tarda, una especie emblemática que ciertamente teníamos ganas
de ver. Y allí estaban 20 de ellas. Fantásticas a través de los luminosos
telescopios Swarovski que llevábamos y con los que nos atrevimos incluso a
hacer un video al amanecer, casi sin luz. No era para menos. Menudas aves. Como
tampoco lo fue la cantidad y diversidad de aves interesantes en la zona:
alondra, cogujada común (y una montesina), perdiz, cornejas, gorriones
chillones, calandrias, trigueros… y una collalba gris! Tardía, pero gris (ya
nos aseguramos que no fuese ninguna especie rara, que el otoño de 2016 había
traído alguna collalba isabelina en fechas recientes a zonas no lejanas…). Una
especie que ningún otro grupo vería, también producto del trabajo previo de
selección de la ruta a realizar. A las 08:30 horas ya llevábamos 23 especies,
que puede parecer que no es mucho pero sí lo es en estas fechas y en un
interior valenciano relativamente parco en aves.
Un bosquete cercano elegido en base al olfato
ornitológico del equipo produjo verderón común, totovía, carbonero, mito,
agateador común y el único zorzal charlo del día. Había que espabilarse. Foto
de grupo rápida para el whattsapp de
la organización conforme estábamos en marcha y seguimos. Una breve parada en
otras estepas cerca del límite con Albacete produjo un Buteo buteo, escribano soteño y dos cuervos que vimos a distancia y
perseguimos por la carretera hasta el límite con Albacete para identificarlos satisfactoriamente
dentro del ‘terreno de juego’, como así fue.
Eran cerca de las nueve y había que irse para la costa. La organización nos había avisado de serios hándicaps en la visita a l’Albufera y no podíamos dejar de visitar esta localidad.
Otis tarda © Ricard Gutiérrez |
Oenanthe oenanthe © Gorka Gorospe |
Eran cerca de las nueve y había que irse para la costa. La organización nos había avisado de serios hándicaps en la visita a l’Albufera y no podíamos dejar de visitar esta localidad.
Birding Albufera
Qué bonito es poder pajarear sin horarios, prisas ni
dificultades añadidas. Otro día será, porque el del gran reto tuvo como
dificultades añadidas el celebrarse en un sábado, día de máxima actividad
cinegética en la Albufera, en la que se llegan a cerrar, sí cerrar, carreteras
locales ‘bajo pena de sanción máxima’ (sic) porque el entorno de la laguna se
dedica a la caza. Dónde muchos arrozales estaban secos porque se estaba
quemando los restos de paja de la cosecha del arroz (a diferencia del delta de
l’Ebre, donde se hunden en el barro) y porque había una celebración de vela
latina de pescadores de l’Albufera en la gola de Pujol que iba poco menos que a
colapsar la carretera del Saler, casi único acceso a la zona que nos interesaba
visitar: el Racó de l’Olla y l’estany de
Pujol. Menudo cóctel. Y casi la liamos.
Pensábamos atajar, viniendo del sur como veníamos, por una
carretera local que nos permitiría llegar al Saler desde la autovía del sur.
Eso decía el (bendito) navegador del móvil y del coche. Pero la carretera
estaba cortada. ¡Socorro! ¿Estarían ya cortadas todas las carreteras por lo de
la vela? Cambio de planes. ¡Vamos al Moro primero! No, bueno, miramos a ver cómo
está la carretera… decía otro. Al final la segunda opción, la buena, ganó en
una decisión de aquellas de cortar el cable rojo o el cable negro. No estalló
la bomba. Cortamos el cable correcto y, por pocos minutos, llegamos al estany de Pujol antes de los visitantes
locales y autoridades diversas. Y no estábamos solos.
Mientras encontrábamos
nuestra única aguja colipinta o andarríos chico (¿no hay más?) entre algunas
otras especies, aparecieron Amb la Xurra
guanyem. ‘Mira que és gran València’
llegó a decir uno de sus miembros. Y es verdad que es grande, pero las zonas
buenas son las que son. Y el horario para ver aves en la Albufera era a la
práctica de 9 a 11 o sea que allí nos vimos mucha gente. Despidiéndonos del
grupito (el único que vimos) de zampullines cuellinegros, y sorteando turistas
locales y agentes de la autoridad llegamos al Racó de l’Olla. El objetivo claro era subir a la
torre del centro de información desde donde veríamos la Mata del Fang, una zona
de la Albufera donde no se caza y por tanto, donde se esconden los patos que
resisten el ambiente Vietnam 1968 de un sábado de caza como aquel. En la torre
el equipo local y ornitólogos de la zona comentando la jugada. Y bastantes
especies.
Artillería pesada
Había hace años un anuncio televisivo que recomendaba un desodorante para las distancias cortas. Nosotros llevábamos la medicina paras las distancias largas. El ATX95 de Gorka y el STX (recto) 95 de Ricard tienen 70 aumentos, diez más que los telescopios habituales y 20 más que los que, como el de Leica, llegan a 50x. En lugares donde no te puedes acercar más, como el caso de la Mata del Fang o de la reserva del Racó de l’Olla, marcan la diferencia. Y mucho. Fuimos el único equipo que observó una hembra de porrón moñudo al lado del grupito de porrones comunes que rápidamente se espantaron del tiroteo generalizado en otras zonas de la Albufera. Al tiroteo se añadía tránsito de barcas arriba y abajo y las de la vela latina. Supongo que algunos patos se preguntaban que porqué estaban allí. Es dura la vida de las anátidas en invierno en la cuenca mediterránea… Desde la torre vimos también, algo a contraluz dado que lucía un sol de justicia en aquel momento, flamencos, cigüeñuelas (ya prácticamente ausentes en Catalunya, aún presentes aquí), agujas colinegras, combatientes amén de casi todas las especies de patos posibles. Menos el silbón. Siempre hay algo que falla. Un señor local decía que acababa de ver un avetoro, cosa que luego supimos que era cachondeo. Nosotros tampoco lo vimos, por cierto. Había que irse.
Barcos de visitantes en l'Albufera junto a cormoranes grandes |
Anátidas y cormoranes en la Mata del Fang desde la torre del centro de información |
Arrozales y viento
En un recorrido por el interior sur de la Albufera desde El Palmar
y hacia la zona de El Portet de Sollana nos cruzamos con más equipos. Primero
los Pardillos del Pardo, en bicicleta, luego el equipo de Óscar Llama, los valencians y otros. Se ve que la zona
del Portet había sido elegida por bastantes grupos y es que estuvo interesante.
Lástima del vendaval porque, fotos en las que se nos ve despeinados aparte, se
oían menos aves, aunque los limícolas continuaron visibles y anotamos andarríos
bastardo, agachadiza común, un andarríos grande entre grupos de correlimos
comunes y menudos y alguna sorpresa: un grupo de siete espátulas en vuelo por
la zona, una tardía lavandera boyera o el único avión zapador del día. Se nos
hacía tarde y quedaba por ver el mar desde el faro de Cullera.
Los Pardillos del Pardo en plena acción |
Calidris minuta. El Portet de Sollana |
Observadores ahumados
Saludados una vez más los amigos de Amb la Xurra Guanyem, que abandonaban la zona cuando llegamos, a un
vecino de Cullera le dio por quemar rastrojo al lado de la zona donde teníamos
plantados los telescopios. Parecíamos salmones ahumados así que hubimos de
cambiar de zona. Aquí, una vez libres de la humareda, pudimos ver el mar con
buena luz, y detectar un par de bandos de pardelas cenicientas, de las últimas,
totalizando unos 120 ejemplares. Con un grupo de ellas, unas 15 pardelas
baleares y por la zona, lejos, algunas gaviotas cabecinegras. Los 70x de los
telescopios también fueron cruciales. No hubo sin embargo cormorán moñudo
alguno. Ni roquero solitario, tal vez ahuyentado por la casi niebla generada por el paisano…
Chorlitejos en vuelo (otra vez el STX), una gaviota de Audouin…vámonos para
otro sitio.
Phylloscopus inornatus © Ricard Gutiérrez |
El inornatus
Las paradas técnicas son necesarias en las maratones. Comer
algo, necesidades fisiológicas imperiosas… En una de estas, sabedores de que se
había citado un mosquitero bilistado cerca de Cullera, seleccionamos una zona
del camino del Gramenar para detenernos. Que para eso somos también el equipo
de Rarebirdspain. Además de que había agua en los arrozales (¿saldría algún
zarapito?) quien sabe si estaría el inornatus,
el mosquitero bilistado, citado días antes. Mientras uno de nosotros digamos
que estaba ocupado, oímos el típico reclamo bisilábico, fuerte, del mosquitero
siberiano. ‘¡Sergi, para ya de silbar!’ Y Sergi haciéndonos señales de que no,
que él no era, que estaba allí. El mosquitero. ¡Increíble, que suerte! Sí, allí
estaba, reclamando intensamente. Y lo vimos bien e incluso hubo tiempo de
alguna foto rápida. ¡Especie 112! Las 13:56. No íbamos mal.
Decisiones
El viento en l’Albufera no había dejado ver casi ningún paseriforme
de carrizal. Faltaban especies importantes como el pechiazul, el Remiz, el escribano palustre o, sobre
todo, el carricerín real. Pero también habíamos de regresar al interior porque
algunas especies de monte mediterráneo, como el roquero solitario o rapaces, se
resistían. ¿Qué hacer? Aunque sabíamos
que el marjal dels Moros estaba muy seco fue la primera opción. Errónea. Seguía
el viento, el camino hasta la zona inundada era interminable y sólo habíamos ‘sacado’
un Rallus cerca del límite sur, dónde
un inglés casi nos aplaudió y vitoreó al ver que éramos birdwatchers como los de su tierra. Fascinating.
La luz se nos hizo en aquel momento. En el pote pequeño está
la buena confitura. Y esas marismas litorales, marjals en valencià, de la zona de Sagunto bien nos recordaban a ‘nuestro’
Delta del Llobregat. Y de como en esas zonas a veces no espectaculares, pero si
cuidadas por gente que se empeña en conservarlas, se refugian especies emblemáticas. Ángel
Bereje, de la zona y que conocíamos de la celebración del Big Year via
internet, nos había mostrado dónde estaba su ‘local patch’, los marjals d’Almardà.
Allí, en unas escondidas graveras restauradas y zonas inundables con carrizales y láminas de agua donde no se podía cazar, encontramos todas las especies buscadas en unos 15 minutos. Lástima de la premura de tiempo porque el día anterior habíamos visto allí también carricero común, avetorillo y Estrilda, que no salieron. Pero con 120 especies en el bolsillo la siguiente decisión estaba echada (vaya día de ‘cortar cables rojos y negros): se iba el sol y debíamos arriesgarnos, y pese a llegar con poca luz, intentar el interior para especies en teoría sencillas como el carbonero garrapinos, collalba negra, roquero solitario, quien sabe si pícidos o piquituertos y rapaces tanto diurnas como nocturnas.
Allí, en unas escondidas graveras restauradas y zonas inundables con carrizales y láminas de agua donde no se podía cazar, encontramos todas las especies buscadas en unos 15 minutos. Lástima de la premura de tiempo porque el día anterior habíamos visto allí también carricero común, avetorillo y Estrilda, que no salieron. Pero con 120 especies en el bolsillo la siguiente decisión estaba echada (vaya día de ‘cortar cables rojos y negros): se iba el sol y debíamos arriesgarnos, y pese a llegar con poca luz, intentar el interior para especies en teoría sencillas como el carbonero garrapinos, collalba negra, roquero solitario, quien sabe si pícidos o piquituertos y rapaces tanto diurnas como nocturnas.
Hacia el interior
Teníamos informaciones de lugares con teóricamente acentores
alpinos y donde el día anterior oímos un águila perdicera reclamando cerca de
su presunto nido. Sabíamos de lugares con pícidos, chovas, buitres… Pero no
llegábamos a tiempo. Habría poca luz si íbamos por la carretera sinuosa que nos
llevaba a esos lugares prometidos. Cambio de planes. Estrategia, riesgo, gps y
hora de puesta del sol. Confianza y follow
your nose. Después de ver un águila perdicera en un territorio litoral,
íbamos a volver hacia Alborache, Buñol y comarca. Allí nos la jugaríamos en
unos cortados que habíamos visto y que tenían buena pinta. Y allí estaba el
roquero solitario. Y cabras salvajes. Y una vuelta por las zonas arboladas
cerca de los pueblos, zonas de seguridad donde no se caza, produjo diferentes paseriformes
entre ellos el carbonero garrapinos, reyezuelos listados, mosquiteros, mitos y
un acentor común. La lista estaba en 124, pero aún nos faltaban nocturnas.
Después de reponer fuerzas y algunas fotos, a lo lejos oímos
el reclamo inconfundible del búho real. La pared ciertamente fue buena. Eso no
fue todo. Media hora más tarde, en otro lugar, un cárabo emitía su reclamo.
Solo faltaba la lechuza. Y no íbamos a volver al marjal, donde había fallado.
Pero sí al valle, en lugares más abiertos. Eran casi las 20h cuando una
lechuza, y también un mochuelo que ya teníamos de la mañana, se dejaron oír.
Entonces sí, con 127 especies, decidimos volver al albergue y dar casi por
finalizada la maratón. Y digo casi porque aún salimos al exterior tras la cena
por si pasaba algún Turdus migrante
de los que nos faltaban. Pero los que pasaron, que lo hicieron, eran philomelos. El día llegaba a su fin. El
reto acababa. Solo faltaba esperar una eternidad de horas para saber quién
había ganado. Por nuestra parte, era hora de dormir.
Epílogo
En el Gran Reto 2016 se observaron, por parte del conjunto
de equipos, un total de 183 especies, de las que 35 solo fueron vistas por un
solo equipo, dando idea de la diversidad de aves del territorio que incluso
sorprendió a los participantes locales. El equipo ganador fuimos nosotros, Rarebirdspain Swarovski Optik Birdracing
Team (#rbsbt) con 127 especies detectadas. El segundo clasificado fue el
equipo català ‘Amb la Xurra Guanyem’, con 118 especies listadas y el tercero
el equipo local valenciano ‘Pajareros
por Valencia’ que detectaron 110 especies, empatados a especies con Tramuntana
Birding Team, que aunque hicieron la maratón en bicicleta reportaron
igual cifra de 110 especies detectadas.
Este Gran Reto ha sido una buena iniciativa, que ha puesto en el mapa ornitológico para muchos de nosotros las comarcas del interior valenciano, con sus paisajes, pueblos y especies que se unen a las más conocidas localidades costeras con marjals, deveses y la siempre interesante Albufera. Una tierra para conocer, un lugar que reivindica la necesidad de conservar sus ecosistemas y especies y probablemente un mejor equilibrio entre lo que ello supone, el disfrute de la naturaleza, y la aparentemente exagerada extracción de recursos de la misma que la caza en la zona representa. Y que seguramente está detrás de la desigual distribución de especies que observamos. O no. Pero lo parece.
Este Gran Reto ha sido una buena iniciativa, que ha puesto en el mapa ornitológico para muchos de nosotros las comarcas del interior valenciano, con sus paisajes, pueblos y especies que se unen a las más conocidas localidades costeras con marjals, deveses y la siempre interesante Albufera. Una tierra para conocer, un lugar que reivindica la necesidad de conservar sus ecosistemas y especies y probablemente un mejor equilibrio entre lo que ello supone, el disfrute de la naturaleza, y la aparentemente exagerada extracción de recursos de la misma que la caza en la zona representa. Y que seguramente está detrás de la desigual distribución de especies que observamos. O no. Pero lo parece.
Agradecimientos
A la organización en general, y a Jordi Prieto y Virgilio Beltrán
en particular, por conseguir que un evento de estas características tire adelante,
sabedores de las dificultades que ello conlleva. A nuestro patrocinador
Swarovski Optik via Esteller, por confiar en el savoir faire de este equipo. A los miembros que no pudieron venir,
Oriol y Carol, por su apoyo en la distancia. A Víctor J.Hernández, Ángel Bereje,
Toni Alcocer, Nacho Dies y Yanina Maggiotto por su ayuda desinteresada en la preparación de
la ruta del Gran Reto. A las aves, que siempre están ahí para alegrarnos el día. Y a todos y todas
los participantes por compartir buenos momentos, alguna cerveza, una super paella, risas y buen
rollo en favor de las aves. ¡Hasta la próxima!.
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