Rarebirdspain - Swarovski Optik Birdracing Team
@RBSBT_birdrace
Parece una cita de aquellas futbolísticas, del
equipo que lo ha ganado todo (del Barça,vaya…) pero también se puede aplicar a
estas cosas. Cuando haces un año una marca estratosférica como fueron las 212 especies
de 2016 y también haces el doblete ese año con el Gran Reto en Valencia, es
difícil mejorar el resultado. Sin embargo con ese ánimo afrontábamos en abril
de 2017 la 17 edición del maratón ornitológico nacional, organizado por
SEO/BirdLife.
Con el patrocinio
de Swarovski Optik, via su distribuidor nacional Esteller, el equipo habitual
de 2016 con la baja de Carolina García, decidimos planificar el maratón para el
dia 29.4.2017, en pleno puente del uno de mayo. La semana no había ido
meteorológicamente bien. Las nevadas habían sido importantes en el Pirineo,
hasta el punto que el equipo hubo de hacer scouting (prospecciones previas)
durante la semana. Habíamos de evaluar si se podría acceder a las zonas más altas del
Pirineo en las condiciones de nevada tardía que habíamos padecido.
Producto de esas prospecciones, vitales, pudimos comprobar la cantidad de nieve (20 cm nuevos), hielo y frío siberiano que íbamos a padecer y que descartaba inmediatamente planes B y C sin haber de acudir por suerte al plan de emergencia. Todos ellos previstos e interesantes, pero igual de difíciles que el titular. Iba a hacer frío. Y lo hizo.
El maratón en la que hemos pasado más frio de los últimos 17 años nos llevaba a -4ºC en el Pirineo y temperaturas por debajo de lo normal en el resto en un itinerario. Añádase al cóctel las importantes modificaciones en el itinerario condicionadas por la sequía en una de las zonas que en 2016 fueron vitales y explicaron nuestro triunfo. Con todo, cena en nuestro cuartel general en el Mig del Món, fotos oficiales durante la tarde del 28.4 y una siesta antes de salir. Empezaba el maratón 2017.
Producto de esas prospecciones, vitales, pudimos comprobar la cantidad de nieve (20 cm nuevos), hielo y frío siberiano que íbamos a padecer y que descartaba inmediatamente planes B y C sin haber de acudir por suerte al plan de emergencia. Todos ellos previstos e interesantes, pero igual de difíciles que el titular. Iba a hacer frío. Y lo hizo.
El maratón en la que hemos pasado más frio de los últimos 17 años nos llevaba a -4ºC en el Pirineo y temperaturas por debajo de lo normal en el resto en un itinerario. Añádase al cóctel las importantes modificaciones en el itinerario condicionadas por la sequía en una de las zonas que en 2016 fueron vitales y explicaron nuestro triunfo. Con todo, cena en nuestro cuartel general en el Mig del Món, fotos oficiales durante la tarde del 28.4 y una siesta antes de salir. Empezaba el maratón 2017.
De izquierda a derecha, Gorka Gorospe, Sergi Sales, Ricard Gutiérrez, Oriol Muntané |
Estrategia
Si antes
hablábamos de futbol, cada vez esto de las maratones parece más una carrera de
fórmula 1 (descontando la velocidad y el coche): hay que tener clara la
estrategia y ver por dónde se puede recortar ‘aquella décima de segundo ‘ (ergo
aquella especie o par de especies) que te separan de los equipos inmediatamente
competidores. A esa fórmula teórica debemos de añadir, como variables, las
condiciones meteorológicas, que ya decíamos que eran malas a priori. También la
pericia tanto de los observadores, como las prestaciones de los equipos óptico y
organizativo. Sabiendo, como sabíamos, que al menos un equipo estaba en
condiciones de presentar competencia seria para la revalidación del título,
habíamos de estudiar todas las variables anteriormente mencionadas e intentar
asegurar el máximo número de especies. De hecho, al azar solo dejamos dos
especies en 2016 y ninguna de las vistas en 2017 fue por suerte imprevista.
Media hora antes de empezar cerrábamos el itinerario definitivo en función del
pronóstico del tiempo, últimas novedades y racionalización del itinerario.
Empezábamos una vez más por Lleida.
Intentos nocturnos
La primera intentona de cárabo (y totovía) se saldó con mucho frío y poca cosa. La siguiente parada, para autillo y otras especies (que no salieron a diferencia de 2016), causó la anécdota de la noche. Con un frio considerable, no había actividad nocturna ni de chotacabras ni de nada. El equipo sugirió que Ricard imitase el autillo, dado que sus imitaciones funcionan habitualmente para esta especie (que no para otras, jaja). Efectivamente, silbaba e, inmediatamente contestaba el autillo. ¡Otra vez! Decía Sergi ‘Piiiu…. Piiiu…’ Y otra vez respondía. Y otra. Y una cuarta. Demasiado rápido, siempre la misma cadencia. Caras de sorpresa. Mismo pitch. Ostras que raro... En eso que Ricard dice ‘Ecooo’ y se oye en la noche de Lleida… ‘Ecoooo’ …. Fail y risas: estábamos oyendo nuestro propio eco rebotado en una edificación cercana. Que desastre. Nos vamos porque eco aparte allí no cantaba nadie del frio que hacía. La siguiente localidad, un poco más tarde, sí nos daría alegrías, con sisón, chotacabras pardo y un Nycticorax!. También búho chico. Poco activos todos. De hecho un chotacabras se paraba en la pista por dónde íbamos y hasta le pudimos hacer alguna foto sin flash e incluso un tweet en nuestra nueva cuenta @rbsbt_birdrace
Después de ver dos, paramos en la pista porque un Caprimulgus ruficollis se resiste a volar a los 4'C actuales [Red-necked Nightjar at 4'C] pic.twitter.com/yMURUdGJv1— #rbsbt (@RBSBT_birdrace) 28 d’abril de 2017
Después de una
búsqueda intensa saldría la lechuza. Vistas las opciones, dejábamos alguna
especie nocturna en el tintero, a expensas de encontrarla de día, para
centrarnos en el tránsito hacia nuestra destino matutino.
El tren de las 05:50
No es británica
pero pasó puntual como siempre la Scolopax
a la hora habitual. Sin embargo, tras una conducción nocturna amenizada con
garduña, tejón, zorro, corzos y gamos, estábamos a -4ºC y con nieve y la fauna ornítica
estaba para poco canto. Casi solo cantaba uno de cada. Menos mal que no era un
censo sino el maratón donde 'uno solo' ya sirve. Hacía un frío impresionante y
nos temíamos que la actividad aviar iba a ser escasa. Como de hecho así fue.
Pero al menos aparecieron algunos ejemplares de cada uno de los esperados (un
solo torquatus no obstante). La
sorpresa la produciría un Certhia
familiaris que trabajamos mucho. Pero fallaron un par de especies que el día
anterior habíamos visto y oído. No nos podíamos dormir. Los túrdidos eran tal
vez los más activos, pero las aves pequeñas escaseaban a esas temperaturas. Hubo que emplearse a
fondo y buscar activamente aves como el Emberiza cia, que se resistieron un
rato. Solo oímos un torcecuello, por ejemplo. Aún y así otros, como el
picogordo o quebrantahuesos, no defraudaron.
El frio hace probablemente que no estén ‘en su sitio’ los roqueros rojos y que la nieve de las cumbres refleje en las partes inferiores de rapaces y aves pequeñas en vuelo que parecen iluminadas desde debajo. Los 70x de los Swarovski 95mm entran en acción y volvemos a ver la alondra a gran distancia como pasó en 2016. Luego la oiríamos cantar en otro lugar. Los bisbitas alpinos aún están cerca, no han subido. Pero no hay rastro de sus colegas arbóreos nidificantes en la zona. El retraso 'nival' también los afecta.
Dawn chorus at -3"C It qualifies for #frozen soundtrack #rbsbt #quinfred #congelats pic.twitter.com/9nrQEgiMxc— #rbsbt (@RBSBT_birdrace) 29 d’abril de 2017
El frio hace probablemente que no estén ‘en su sitio’ los roqueros rojos y que la nieve de las cumbres refleje en las partes inferiores de rapaces y aves pequeñas en vuelo que parecen iluminadas desde debajo. Los 70x de los Swarovski 95mm entran en acción y volvemos a ver la alondra a gran distancia como pasó en 2016. Luego la oiríamos cantar en otro lugar. Los bisbitas alpinos aún están cerca, no han subido. Pero no hay rastro de sus colegas arbóreos nidificantes en la zona. El retraso 'nival' también los afecta.
El tramo
pirenaico del maratón empieza a finalizar en la edición en la que hemos pasado
más frio desde que hacemos estas cosas. Suerte que el sol acompaña.
Sin duda la vez que más frio hemos pasado en el Pirineo [No doubt our coldest-ever birdrace in the Pyrenees] -4'C #frozen #rbsbt pic.twitter.com/ZaVQjbmEzB— #rbsbt (@RBSBT_birdrace) 29 d’abril de 2017
La pareja más
septentrional de Lleida de golondrina dáurica no falla y por la zona, entre
buitres, un alimoche. Bien. Alguna otra
rapaz y vencejo real, común en las ciudades costeras, pero que este año parecía
haber retardado su llegada a las localidades de cría pirenaicas por culpa
posiblemente de las temperaturas. Igual que el trivialis y el roquero rojo. Durante el día veríamos bastantes ejemplares
de Apus melba en paso por zonas de ambiente mediterráneo. No de los otros dos. Nos íbamos del Pirineo. La
temperatura ya rondaba los 10ºC y empezábamos a desentumecernos.
A las estepas
Abandonem el Pirineu, ja a 10'C amb força espècies interessants [Leaving Pyrenees now at 10'C & many interesting species] pic.twitter.com/L1pwdfSKAA— #rbsbt (@RBSBT_birdrace) 29 d’abril de 2017
A las estepas
El tránsito hacia
la plana de Lleida comportó el intento de buitre negro y de halcón peregrino, sin
suerte esta vez, pero con la adición de un par de sílvidos no seguros como la hortensis o la migrante communis, ambas cantando en aparentes
territorios de cría. La estrategia de la
fórmula 1 y el hecho que una de las zonas básicas de 2016 no ofreciese igual
abanico de especies, particularmente de limícolas ‘de agua dulce’, hizo que asegurásemos
las especies posibles una por una a costa de sacrificar un poco de tiempo.
Piloto y copiloto alterábamos constantemente la estrategia para ‘rascar’ esos
preciosos minutos que al final del día nos iban a hacer falta en el delta de
l’Ebre. Yendo 45 minutos ‘sobre la par’ menos mal que especies como chorlitejo
chico, aguilucho cenizo, alcaraván o avefría estaban apareciendo. Más tarde,
visita obligada a uno de los pocos núcleos de cotorra argentina de Lleida (no
hay otras especies ‘C’ que sí hay en Barcelona como la cotorra de Kramer,
ruiseñor del Japón o estrilda) y anotación de un par de porrones comunes
nidificantes.
Era ya entrada la tarde cuando coincidimos por primera vez con otro equipo, los Mogent birders, en una torre de observación de un humedal de Lleida. Ambos equipos anotamos unas cuantas especies allí aunque el viento (que apareció con los colegas del equipo barcelonés) dificultaba la detección de un par de especies del carrizal. Y aún nos faltaba toda la retahíla de especies de secano como las collalbas negra, rubia y otras. Seguíamos mirando el reloj. No había tiempo para fotos de compañerismo. Íbamos sobre el par y había que rascar tiempo y km como se pudiese.
Aquila chrysaetos |
Era ya entrada la tarde cuando coincidimos por primera vez con otro equipo, los Mogent birders, en una torre de observación de un humedal de Lleida. Ambos equipos anotamos unas cuantas especies allí aunque el viento (que apareció con los colegas del equipo barcelonés) dificultaba la detección de un par de especies del carrizal. Y aún nos faltaba toda la retahíla de especies de secano como las collalbas negra, rubia y otras. Seguíamos mirando el reloj. No había tiempo para fotos de compañerismo. Íbamos sobre el par y había que rascar tiempo y km como se pudiese.
Dias antes en
el scouting habían salido por la plana de Lleida unas Porzana.
Pero ninguna apareció. Sin embargo, e in extremis, sí lo hicieron los
paseriformes de carrizal habituales. Y las nocturnas que faltaban de la noche
anterior. Quisimos asegurar la Bubulcus ibis en una zona donde hay muchas y
donde apareció sin problemas. Pero no sabíamos que allí, escondida, había una
cigüeña negra que finalmente no vimos. Tampoco había tiempo para jugar la carta
de la alondra ricotí. La de Dupont no cantó de noche y no hubo tiempo para
intentarla por la tarde. Luego sabríamos que sí les cantó al grupo del Mogent.
Bien hecho. Acortamos tiempo por los
secanos. Creemos tener un conocimiento exhaustivo de la zona y eso permitió, como
cada año, recortar aquí o allá en función de lo que haya salido, sea por
previsión o por suerte. Aquí sí que ayudó que apareciese una collalba negra en
un lugar imprevisto, que habrá que seguir por ver si se consolida como
localidad nidificante. Esa aparición nos permitió recortar la mitad del tiempo
de retraso que llevábamos y encarar el tránsito al delta de l’Ebre. Aunque
deberíamos apretar allí porque, comparado con el año anterior, los resultados no
eran los mismos. Frío en el Pirineo, viento en la plana de Lleida, donde la zona
básica había dado malos resultados, la carta se había de jugar en el delta de
l’Ebre.
En el delta
Después de una parada
para un par de especies e intento fallido de martín pescador, llegamos a
l’Ampolla con viento , cielo nuboso y mala visibilidad. Eso no ayudó a detectar
el vencejo pálido, que falló y al que no pudimos ir a visitar a sus zonas de
cría, pero –y creemos que eso fue crítico – ahuyentó turistas y domingueros de
la playa y de lugares importantes para la presencia de limícolas como la bahía
del Fangar. Gran anotación ahí, incluyendo hasta 8 correlimos gordos! Faltaba
la aguja colipinta (hasta 40 los días anteriores) y los dos zarapitos. Son
especies que había que trabajar porque marcaban la diferencia con nuestros
equipos competidores. El viento y la falta de calor facilitaban una observación
sin calima. Y de lejos, el ATX de Gorka permite encontrar una Limosa lapponica.
Una sola! Y el resto? Missing! Como cambian las cosas de un día para otro. Se
acaba la bahía pero al final del todo, golpe otra vez de STX a 70x y … un
arquata! Bien! Esperábamos encontrar el phaeopus dónde el día anterior, o sea
que hacia el Montsià, el hemidelta sur, pero de pronto, vista a la derecha y... un
zarapito trinador en el mismo sitio que en 2016! Increible.
Llegados al
Montsià esperábamos ver el zampullín cuellinegro que, en plumaje nupcial, habíamos visto el dia anterior. Pues no. Fail
otra vez. Pero Gorka detecta una Gallinago imprevista que vemos como aterriza
en la marisma. De acompañamiento la siempre bienvenida buscarla unicolor. Uf,
menos mal. Se iba haciendo tarde. Seguimos. Pagaza piquirroja, ánade
friso, mosquitero silbador. Pero poca avifauna marina. Pese a la marejadilla y
el viento que en principio había de acercar aves a la costa, nada destacable.
Más búsqueda de
paseriformes. Colirrojo real que faltaba, tórtola ‘común’ (sic), 5 ejemplares!,
bien. Ya habíamos superado las 200 y se respiraba cierta tranquilidad, visto
como había ido de difícil el día. Volvía a hacer fresco pero lo habíamos
sudado. A por las especies que nos
faltaban.
En la última zona
repartimos esfuerzos. Uno al mar, otro interior, otro a la derecha. Tres
telescopios en marcha y a ir intercambiando observaciones. Canastera, avoceta,
archibebe oscuro, ánade rabudo, ánade silbón se suceden. Llega otra vez el
equipo Mogent. La concentración máxima y aunque se cantan especies por cada
equipo, no siempre las vemos todos. La falta de luz es patente. El equipo del
Mogent se retira pero los Swarovski de 95mm aún captan luz suficiente como para
identificar bien. En esos últimos momentos sumamos gaviota cabecinegra, un
alcatraz, un págalo parásito y canastera.
No estaba nada mal vista la locura de día que llevábamos!
Pero, habíamos acabado? No! Aún faltaba una especie factible!
El chotacabras gris no había salido y le íbamos a dar una oportunidad en un ambiente algo más cálido que las zonas de Lleida donde habíamos estado.
La foto que nos hicimos para ilustrar el último tuit era reflejo del estado de cansancio acumulado. Pero sí, lo detectamos. Había salido el Caprimulgus y, ahora sí, podíamos retirarnos a descansar. Lo habíamos hecho otra vez.
Cambiando el itinerario el día antes, improvisando para recortar el tiempo que íbamos sobre par. Sacrificando especies seguras pero que nos hacían gastar tiempo por disponer de más minutos al final. Y aprovechando al máximo las prestaciones del equipo óptico Swarovski que nos dio media hora más de trabajo sobre lo que antiguamente podíamos hacer. Un equipo humano bien compaginado. Un trabajo de conjunto divertido. Una constante lucha contra nosotros mismos y sin desanimarse por los inevitables fallos que cada año se suceden. Una maratón que más que en primavera parecía desarrollarse en Invernalia, en el frio Winterfell de la serie televisiva de éxito. Sin embargo, otra oportunidad para poner de relieve la impresionante diversidad de aves que se reúnen en esta época en nuestras latitudes. Otra oportunidad para darse cuenta de la fragilidad de estas especies de aves ante las inclemencias climatológicas y de toda índole. En definitiva, una vez más, una ocasión de disfrutar del mundo de las aves y de certificar la impresionante, y a la vez frágil, diversidad que nos rodea.
Última hora i mitja. Encara podem fer una sp. Sopar?No. A per ella [Last 1,5h Still chance for another https://t.co/fqPu9m1ghU we go!] pic.twitter.com/IIOHIPbdSd— #rbsbt (@RBSBT_birdrace) 29 d’abril de 2017
El chotacabras gris no había salido y le íbamos a dar una oportunidad en un ambiente algo más cálido que las zonas de Lleida donde habíamos estado.
And we're done! You never know if anything will fly by but we've just heard our last target. Time to rest #rbsbt @SwarovskiOptik pic.twitter.com/PnF1bqdNRT— #rbsbt (@RBSBT_birdrace) 29 d’abril de 2017
La foto que nos hicimos para ilustrar el último tuit era reflejo del estado de cansancio acumulado. Pero sí, lo detectamos. Había salido el Caprimulgus y, ahora sí, podíamos retirarnos a descansar. Lo habíamos hecho otra vez.
Cambiando el itinerario el día antes, improvisando para recortar el tiempo que íbamos sobre par. Sacrificando especies seguras pero que nos hacían gastar tiempo por disponer de más minutos al final. Y aprovechando al máximo las prestaciones del equipo óptico Swarovski que nos dio media hora más de trabajo sobre lo que antiguamente podíamos hacer. Un equipo humano bien compaginado. Un trabajo de conjunto divertido. Una constante lucha contra nosotros mismos y sin desanimarse por los inevitables fallos que cada año se suceden. Una maratón que más que en primavera parecía desarrollarse en Invernalia, en el frio Winterfell de la serie televisiva de éxito. Sin embargo, otra oportunidad para poner de relieve la impresionante diversidad de aves que se reúnen en esta época en nuestras latitudes. Otra oportunidad para darse cuenta de la fragilidad de estas especies de aves ante las inclemencias climatológicas y de toda índole. En definitiva, una vez más, una ocasión de disfrutar del mundo de las aves y de certificar la impresionante, y a la vez frágil, diversidad que nos rodea.
Carduelis citrinella |
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