No no es ningún César ornitólogo colega nuestro del norte. Es un proverbio que explica Plutarco en sus "Vidas paralelas". Al parercer un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. Estaba tan pillado que un día durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio.
A consecuencia de ello, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechada de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.
La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechado de haber cometido alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia. O del cumplimiento de las reglas.
Tal vez por ello el otro día un miembro de un equipo que nos ganó en una maratón comentó aspectos sobre este blog (y dale) a uno de los miembros de nuestro equipo durante un célebre twitch . La cosa no tendría más importancia si no fuese porque en medio de la discusión reconoció que el último año, el presente, su equipo fue a determinados sitios donde estaban anillando para ver todas las aves que tenían allí procesando. O sea, ir a ver pájaros en mano. Reconocido este punto, cabria especular de forma inmediata cuanto tiempo llevaban allí guardadas dichas especies esperando la susodicha visita… ¿O tal vez no?. Pero en cualquier caso se trata de un método no previsto en las reglas, e.g. no ilegal, que sin embargo parece algo alejado del espíritu de la competición. Nosotros un año coincidimos en un lugar donde se estaba anillando y ciertamente vimos como se liberaba un Phoenicurus phoenicurus que apuntamos. Pero decidimos evitar suspicacias y no repetimos el experimento en años sucesivos, hecho por lo que abogamos, dado que no todo el mundo tiene acceso a estas técnicas, estaciones o prácticas. Sólo imaginando que alguien pudiese guardar algún ejemplar, se facilitaría mucho el incremento del registro conseguido. ¿O no?
Y es que aquí no hay Pompeya que repudiar, ni Publio Clodio Pulcro (más bien no pulcro se podría pensar)… pero sí que se podría hacer uso de la máxima romana para tranquilizar al personal. Porque de lo contrario así sí salen las cuentas a más de uno… Más vale que la organización pula detalles como éste para años venideros o se nos van a reir de nosotros por medio mundo. Y, realmente, no hace falta que suceda eso porque los resultados que se obtienen son y pueden ser buenos actuando sin pequeños truquillos que dan que pensar a más de uno. Y de cuatro. En definitiva, cada uno que piense lo que quiera sobre la honestidad del ‘método’, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia. O del cumplimiento de las reglas.
El mismo Plutarco lo remató así: “Lo que hagas sin esfuerzo y con presteza, durar no puede ni tener belleza".
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